Y tus abrazos son abrigos, y tus ojos avellanas, y tu presencia un colchón que me da seguridad, como oveja al rebaño, como la Tierra a la Luna y como el hombre solitario a su sombra. Es esa compañia, y ese saber comportarse sin sandeces lo que nunca me llega a perturbar, aunque constantemente te provoque para convertirte en otro de tantos que pasarán por mis recuerdos como palabras ya leidas hasta la saciedad. Que tienes algo especial es evidente, tiene nombre y cara y no concibo otra persona que acompañe tu vida. Y aunque hace tiempo volviste a hacer temblar mis pilares de los principios del amor y la esperanza, te veo mejor que nunca, afortunadamente junto a mí en este presente que espero sea duradero. Gracias por darme una segunda juventud.
1 comment:
una camisa, un pantalón vaquero. y a navegar!
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